Medvedev libera sus demonios, otra vez: “Hubiera hecho algo peor, pero no puedo porque hay reglas”

El público de Nueva York, al que hace falta darle muy poco para que prenda la mecha, silba y abuchea al dictado de Daniil Medvedev, un tenista perdido que a lo largo de este año tan solo ha ganado un partido en los grandes escenarios. Fue en enero, en Australia, contra el tailandés Kasidit Samrej. A partir de ahí, la nada. Ya ha caído también en último major del año, pero antes de inclinarse en cinco sets ante el francés Benjamin Bonzi (6-3, 7-5, 6-7(5), 0-6 y 6-4, en 3h 45m) deja una escena insólita que deriva en un caos de seis minutos. Durante ese intervalo, más y más chiflidos para el juez de silla, para el galo y para el fotógrafo que, despistado, creyendo que ya había concluido el duelo, ha accedido a la pista.
En ese instante, Bonzi se dispone a sacar para cerrar el partido y tras fallar el primer servicio, irrumpe el reportero gráfico. Entonces, el árbitro Greg Allensworth concede un primer saque —en vez de un segundo— y el ruso sufre otro de esos cortocircuitos tan frecuentes —a veces incluso divertidos y otras, como en este caso, completamente fuera de tono— y que han terminado por desenfocar una carrera que, siendo notable, podía haber sido mucho mejor. Medvedev reúne unas excelentes condiciones. Llegó a alcanzar el número uno en 2022, conquistó el US Open un año antes y en su momento plantó cara a Rafael Nadal y Novak Djokovic. Hoy por hoy, sin embargo, es una sombra de lo que fue.
Descendido hasta el decimotercer peldaño, pierde otra vez los estribos y ante el error del juez, explota. “¿Eres un hombre? ¿Eres un hombre? ¿Por qué estás temblando?”, se dirige al juez de silla. “¡Tíos, se quiere ir! ¡Le pagan por partido, no por horas!”, manifiesta de manera deliberada hacia el micrófono de ambiente. Acto seguido, el de Moscú, de 29 años y con 20 títulos en el palmarés, arenga a la muchedumbre y consigue que se vuelque sobre Bonzi, quien falla los dos servicios, pierde el juego y, finalmente, completamente desconcentrado, también el set. No se le escapa el pulso por los pelos, gracias a una reacción que contrarresta el break de Medvedev en el quinto parcial.
Never seen anything like it at a US Open
Cameraman commits career Seppuku on the court
Medvedev goes medieval and starts a civil war in the stadium
Crowd drops a guillotine on Bonzi's nerves
Medvedev breaks, match plays on.Can't make it up. pic.twitter.com/EGWgr3yPDU
— Death Ca₿ to QE (@DeathCabToQE) August 25, 2025
El vendaval ha estado a punto de llevárselo por delante. Y el clima ha sido sumamente desagradable para él y Allensworth. Constantemente, más y más silbidos con el objetivo de que el francés perdiera el hilo y de que el espectáculo se prorrogase lo máximo posible. Entre el instante en el que se ha desatado la tormenta hasta que Bonzi ha podido sacar entre el ruido han transcurrido seis interminables minutos. “Me han ayudado a volver al partido. Ha sido un momento divertido. No estaba molesto con el fotógrafo, sino con la decisión del juez de silla”, concede en la sala de conferencias Medvedev, que se las ha tenido tiesas con varias gradas. En su día, también con la de Nueva York.
Más y más gasolina
En 2019, dedicó una peineta a los aficionados de la pista Louis Armstrong —la segunda pista del complejo neoyorquino— y se enzarzó con ellos de inicio a fin. Luego, durante el parlamento pospartido, se encaró: “Seguid pitándome. Si lo hacéis, ganaré el torneo”. No estuvo lejos. Solo Nadal le frenó, en una final que se extendió durante casi cinco horas.
“No estaba planeado, en absoluto”, contesta esta vez, negando que su actitud haya respondido a una maniobra de distracción. “Si el árbitro no dice nada, él [Bonzi] gana su segundo servicio, probablemente gana el punto y el partido se acaba ahí. Pero no, él dice ‘primer servicio’. Y era como: ¿Qué digo y qué hago? En mi cabeza lo habría hecho peor, pero no puedo porque hay reglas y porque estamos en una pista de tenis”, prosigue; “así que tan sólo expresé mis emociones, mi descontento con la decisión; luego la multitud hizo lo que hizo sin que yo les pidiera demasiado y fue divertido presenciarlo. Mientras lo vivía, pensé que podría ser divertido terminar mi carrera con un partido en el US Open”.
El ruso se despide estrellando varias veces la raqueta contra el banquillo. Y, azuzado por los asistentes, “¡Da-niil, Da-niil, Da-niil!”, se defiende: “Le he pedido al público que parase, pero no lo han hecho. No querían hacerlo. Así que poco más podía hacer”. Cae otra vez Medvedev, un extraordinario jugador que ha perdido la brújula y que no alza un trofeo desde mayo de 2023, cuando paradójicamente triunfó en Roma, tierra batida, la superficie que siempre se le ha atragantado. “Estoy jugando mal y en momentos importantes, incluso peor. Todo. Todo... Sacar, restar, volear, lo que sea. Solo necesito jugar mejor, y voy a tratar de hacerlo el próximo año”, asume.
Ante la posibilidad de que reciba una fuerte sanción económica, responde que la multa también debería recaer sobre Bonzi (29 años y 51º del mundo) e insinúa una persecución contra Kyrgios, Bublik y Reilly Opelka, este último rival de Carlos Alcaraz en la primera ronda. “Hoy no he hecho nada malo. Yo no retrasé el partido, fue el público. Les lancé corazones porque me encantan. Adoro Nueva York. Ellos hicieron el trabajo y me empujaron a volver al partido. No hice nada”, cierra, mientras su adversario transmite su incredulidad: “Había mucho ruido, lo empezó todo Daniil. Jamás había vivido algo así. Echó gasolina para que enloqueciera la multitud. Pero es mi mejor victoria, estoy muy orgulloso de mí mismo”.
MONEDAS A UNA ÁRBITRA Y RACISMO
A. C. | Nueva York
En un encuentro con este periódico hace cuatro años, en Madrid, el moscovita contestaba: “No estoy loco ni soy el hombre de hielo”. Sin embargo, el comportamiento de Medvedev en el circuito se dirige hacia los extremos. Caliente cuando compite, entre bastidores se desenvuelve con tranquilidad y educación.
Entrenado por el francés Gilles Cervara desde 2017, contrajo matrimonio con 22 años y en enero fue padre por segunda vez. Reside desde 2019 en Montecarlo —al igual que varios jugadores de primera línea— y disfruta de las partidas de ajedrez. Raqueta en mano, sin embargo, tiende a la combustión con facilidad.
“La regla es clara: si alguien entra en la pista entre dos saques, se repite el primero”, esgrime Bonzi. No lo entendía así Medvedev y protagonizó otro incidente que se añade a una larga lista.
Entre los más sonados, lanzar monedas a una árbitra tras perder en Wimbledon (2017) o, según precisó en 2016 la federación estadounidense (USTA), “cuestionar la imparcialidad de la árbitra basándose en su raza” durante un duelo frente a Donald Young, también negro, en un challenger en Estados Unidos. La organización reaccionó descalificándole.
En esta ocasión, también fue despachado el fotógrafo —contratado por una agencia rusa— que quebrantó el protocolo al posicionarse antes de tiempo. Según ha podido confirmar este periódico, se le retiró la acreditación de inmediato y la seguridad del torneo le expulsó del recinto.
Comments (0)