‘Grand Prix’: pueblos, disfraces y rimas… menos mal que está Ramón

‘Grand Prix’: pueblos, disfraces y rimas… menos mal que está Ramón

Hay noches de julio tan largas como los días. Vacaciones de verano, ocio infinito, como es infinito el aburrimiento. Hay momentos en la vida en la que una solo le pide a las vacaciones familia, playa, pueblo, verbena y vaquillas. Y hay programas que encajan en todo eso, como el Grand Prix, que este lunes volvió a emitirse en TVE. Y que se hacen largos, eternos e infinitos si es julio, estás en edad laboral, aún no estás de vacaciones y ni siquiera tienes pueblo ni abuelos para tirar del comodín de la nostalgia.

Grand Prix es Ramón García y María Fernanda la vaquilla. Es Humor amarillo versión cañí, con dos pueblos que se enfrentan y que este primer lunes de julio fueron Celanova y Huelma, con alcalde y alcaldesa del Partido Popular, cosa que garantizó un espacio libre de crispación política. Son padrinos como el diseñador Palomo Spain y la actriz Anabel Alonso. Son caras nuevas en la edición de este año, como Ángela Fernández y LalaChus, que entró en escena bailando una coreografía con aires de Beyoncé y que pronunció el verbo ‘rechicuelar’ unas cuantas veces sin que aún me haya quedado claro lo que significa.

El programa funciona si te gustan las pruebas en las que aparecen personas disfrazadas de animales como “pingüinos matemáticos” y ardillas, momento este en el que el presentador aprovechó para imitar a Bugs Bunny, no confundir con Bad Bunny. Lo gozarás si tienes querencia a los disfraces de bolos, “bebotes en pañales”, y te partes la caja con pruebas como la patata caliente, los troncos locos, la “Champion Prix” y eres partidario de las rimas bien entrado el siglo XXI. “Con más vidas que un gato, nos hace pasar buenos ratos”, “el pingüino más tardón se elimina sin perdón”, dijo un Ramón García —reloj blanco a juego con las zapatillas— que sostiene el programa, que tira de oficio y sabe perfectamente la tecla que tocar.

García tira de jerga y pronuncia palabras como “pifostio”, se ríe del acento gallego, lo imita con resultado desigual pero mientras otros tendrían la cancelación a punto, este tiene a medio Celanova, provincia de Orense, aplaudiendo y a sus pies. Responde a su compañera Ángela Fernández, cuando esta habla de “performar”, que en su pueblo a eso se le llama “un guarrazo de los buenos”, homenajea a los migrantes que tuvieron que salir de España en busca de una vida mejor, saluda a los espectadores que ven TVE fuera de nuestras fronteras, grita vivan los abuelos y abuelas que cuidaron a sus hijos y ahora a los nietos. Habla con los gestos, mira a cámara, se lo sabe todo Ramón.

Mientras, LalaChus aún tiene que encontrar su sitio y Ángela Fernández parece que lleva toda la vida ahí, narrando las pruebas sin tener ni idea como la que escribe de lo que es un fuera de juego y sabiendo que el ambiente da para poder decir que “María Fernanda está juguetona” y que todo eso que pasó anoche le parece “una fantasía”.

Antonio Puga y Ana María Guzmán, alcaldes de Celanova y Huelma respectivamente, animaron como los que más. Ella dijo que de su pueblo destaca muchas cosas “¡pero sobre todo su gente!” y los vecinos jalearon semejante detalle de su regidora, que no se escapa de los motes y es conocida como “la cabezolona”. Ambos mostraron al público un vídeo con las delicias de sus localidades, lugares emblemáticos y sobre todo la gastronomía. Donde unos ponen el pulpo y las pulpeiras, otros ponen el aceite de oliva virgen extra. Ya hemos dicho que no hubo resquicio para la polarización.

Sí hubo, y mucho, hueco para el humor. Un vecino de Huelma diciendo que la aceituna tiene “más carácter que mi abuela viendo la final de la novela”. Dos vecinos de Celanova vestidos de celtas llevando una botella de “vigor café”. Una señora gritando y deleitándose porque uno de los suyos con la prueba “se va a hacer sus partes polvo, la bajera, el bullarengue”. “No quiero preguntar qué es el bullarengue”, respondió Ramón. “¡Pues el culo!”, chilló ella cerrando el gag.

Pasadas la una y media, supimos que ganaron los gallegos. Se hizo largo, muy largo. Como las noches de verano sin pueblo, sin vacaciones y sin abuelos.