Primeras tensiones a las puertas del cónclave: el decano no cita a Francisco en la homilía y felicita a Parolin al terminar

El cónclave más complicado de los últimos tiempos, por la división entre los cardenales, aún no ha empezado y ya hay una polémica en marcha. En el Vaticano expresan más los gestos y los silencios, o lo que se lee entre líneas, que lo que se dice, y los cardenales están muy avezados en la interpretación de señales. Por eso han causado sorpresa y murmullos, que en Roma ya se han extendido, dos episodios de la misa Pro Elegendo Pontifice, la ceremonia previa al cónclave que se ha celebrado este miércoles a las diez de la mañana en la basílica de San Pedro.
El decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, no ha mencionado a Francisco en su homilía, una sorprendente omisión sin precedentes en los anteriores cónclaves. “No se le puede haber olvidado, es deliberado”, opina un prelado. Tanto en 2005 como en 2013 en la misma homilía no faltó un recuerdo afectuoso de reconocimientos al papa anterior. En un cónclave en el que la discusión central es si seguir o no el camino abierto por Francisco es un silencio lleno de significado.
El sector que desea continuar con el legado de Jorge Mario Bergoglio lo interpreta como una señal clara, además de una incomprensible falta de cortesía, de que la corriente más conservadora desea pasar página y cambiar de rumbo. Pero, además, Re ha tenido un gesto personal muy significativo, fuera del protocolo, al terminar la ceremonia: ha abrazado a Pietro Parolin, el favorito en las quinielas como candidato de consenso, y por el micrófono se ha oído: “Auguri (Enhorabuena, o suerte, según el contexto)”.
Lo cierto es que el abrazo podría leerse simplemente en el marco de un traspaso de poderes: Re no entrará en la Capilla Sixtina esta tarde del miércoles, porque tiene más de 80 años, y es Parolin quien toma el relevo como autoridad dentro del cónclave. Además, en ese sentido, parece oírse la expresión “Auguri doppi ”(Doble enhorabuena). Pero fuentes vaticanas insisten en que el cardenal Re, muy experimentado y buen conocedor de la curia, es muy consciente del valor de los gestos en el Vaticano y cómo de este modo está señalando a un candidato. Ahora mismo, por muy rebuscado que parezca, todo esto es la comidilla en Roma, síntoma de que los nervios ante el cónclave están a flor de piel.

En el frente más progresista y que desea un papa que siga con las reformas abiertas por Francisco han saltado las alarmas, según fuentes vaticanas. La homilía del decano, una de las autoridades en el Vaticano durante la sede vacante, en la misa previa al cónclave, se suele interpretar como una indicación de programa y da pistas de por dónde puede ir la elección. Y, por esa razón, en el bando reformista temen que se haya formado ya un bloque compuesto por cardenales conservadores, de la curia y de la diplomacia, más ligado a la Iglesia oficial y que desea corregir la ruta de Francisco, coagulado en torno a Parolin, hasta ahora secretario de Estado. En este contexto, deducen del abrazo que le ha dado Re y sus felicitaciones que ya creen tenerlo todo atado y ha sido una especie de investidura oficiosa.

No obstante, el abrazo de Re a Parolin puede revelarse un error, pues transmite la idea de que todo está pactado y da por hecho el desenlace, algo que puede causar irritación en algunos cardenales y alterar votos. El vídeo del abrazo ha comenzado a circular muy rápido en redes sociales con comentarios sarcásticos.
La homilía de Re no solo ha olvidado a Francisco, ha hecho un evidente hincapié en la situación política mundial, señalando como prioridad la necesidad de un papa más diplomático y con virtudes negociadoras. Es decir, el perfil de Parolin. En sus primeras palabras, Re ha pedido fuerza al Espíritu Santo “a fin de que sea elegido el papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo”. Y luego añadió: “El mundo de hoy espera mucho de la Iglesia para la tutela de esos valores fundamentales, humanos y espirituales, sin los cuales la convivencia humana no será mejor ni portadora de bien para las generaciones futuras”. Una referencia a la Iglesia como baluarte moral en unos principios sólidos, que es lo que el sector conservador reclama.

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