El Departamento de Justicia de Trump imputa al exdirector del FBI James Comey

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya ha logrado lo que quería. El exdirector del FBI James Comey, al que el republicano considera uno de sus peores enemigos, ha quedado acusado de perjurio y obstrucción a la justicia, según ha anunciado el propio Trump en redes sociales. Los cargos se han presentado menos de una semana después de que Trump lanzase una extraordinaria regañina pública a su secretaria de Justicia, Pam Bondi, para que forzara la imputación de sus adversarios más detestados. De ser declarado culpable, Comey afronta ahora hasta cinco años de cárcel por esos cargos.
En un mensaje en redes sociales, el antiguo alto cargo se ha declarado inocente y ha expresado su confianza en el sistema judicial estadounidense. “Se me rompe el corazón por el Departamento de Justicia, pero tengo gran confianza en el sistema de justicia federal. Soy inocente, así que vayamos a juicio y mantengamos la confianza”, ha indicado en un vídeo colgado en redes sociales.
El anuncio de Trump sobre los cargos contra su némesis vuelve a utilizar el mismo lenguaje vengativo de varios días atrás en su rapapolvo a Bondi. Tras describir a Comey como “uno de los peores seres humanos” que han pisado jamás Estados Unidos y “exdirector corrupto del FBI”, anuncia que un gran jurado le ha imputado “por varios actos ilegales e ilícitos”. “Ha sido tan malo para nuestro país durante tanto tiempo, y ahora está al principio de tener que rendir cuentas por sus delitos contra nuestro País”.
En un mensaje en redes sociales, Bondi ha escrito: “Nadie está por encima de la ley”. “La imputación de hoy refleja el compromiso de este Departamento de Justicia para hacer que aquellos que abusan de sus posiciones de poder tengan que responder por haber engañado al pueblo estadounidense”.
Las acusaciones tienen su origen en una declaración bajo juramento de Comey ante el Congreso el 30 de septiembre de 2020. Entonces, el antiguo alto cargo compareció en una audiencia para declarar si había autorizado una filtración de información en torno a la investigación que se le siguió al presidente sobre posibles vínculos con Rusia en la campaña electoral de 2016.
Comey dirigía el FBI cuando Trump llegó al poder en su primer mandato en 2017, pero le cesó ese mismo año, apenas días después de que el alto cargo anunciase la apertura de una investigación sobre aquellos posibles vínculos rusos. Desde entonces, el ex alto cargo se ha convertido en uno de los blancos políticos constantes del presidente por esa pesquisa.
La imputación se ha presentado en el distrito judicial Este de Virginia, donde el fiscal que investigaba el caso, Erik Siebert, dimitió la semana pasada ante las presiones para que buscara la imputación del antiguo alto cargo. Siebert, que decidió que no había pruebas suficientes que indicaran que Comey hubiera cometido ningún delito, quedó reemplazado de inmediato en el cargo por Lindsey Halligan, antigua abogada personal de Trump y que en los últimos meses había trabajado como asesora en la Casa Blanca. Halligan, especialista en derecho en el sector de los seguros, juró el cargo este lunes. Carece de experiencia alguna como fiscal.
Uno de los grandes motivos de las súbitas prisas en el Departamento de Justicia en este caso ha sido que, si nadie mueve ficha en menos de una semana, el supuesto delito prescribía el 1 de octubre, al cumplirse cinco años de los hechos.
El rechazo de Siebert a presentar cargos había desencadenado uno de los tuits más extraordinarios que haya escrito el inquilino de la Casa Blanca. Extraordinario por el tono, entre paternalista y maestro de escuela, y por el contenido. Sin ningún tipo de tapujos, y en flagrante violación del sistema de separación de poderes que impide al jefe de Estado inmiscuirse en los asuntos de la Justicia —y del Departamento de Justicia—, el inquilino de la Casa Blanca demandaba a Bondi que hiciera todo cuanto estuviera en su mano para llevar a juicio a Comey y al senador demócrata Adam Schiff, que encabezó uno de los juicios políticos contra Trump durante el primer mandato del presidente. También exigía cargos contra la fiscal de Nueva York, Laetitia James, que llevó a juicio al republicano y a su empresa, la Trump Organization, por fraude. James ganó el caso.
Es “la misma historia de la última vez: pura palabrería y nada de acción. No se está haciendo nada. ¿Y qué hay de Comey, Adam Shifty Schiff y Laetitia? Son todos culpables, pero no pasa nada”, escribía el presidente en ese texto. En otro mensaje previo instaba: “No podemos retrasarlo más, está acabando con nuestra reputación y credibilidad. Me sometieron a un juicio político dos veces y presentaron cargos contra mí (¡cinco veces!) por NADA. HAY QUE HACER JUSTICIA; YA!!!” Aquel mismo día, declaraba a los periodistas: “Si no son culpables, no pasa nada. Si lo son, o si deberían ser juzgados, tienen que ser juzgados. Y tenemos que hacerlo ya”.
A comienzos de esta semana, los fiscales presentaron a Halligan un memorándum muy detallado en el que recomendaban no acusar a Comey de perjurio y obstrucción a la justicia, según la cadena de televisión ABC. La investigación abierta contra el antiguo alto cargo no había conseguido encontrar un indicio sólido de que se hubiera cometido un delito; algo que no solo habría hecho imposible lograr una condena, sino que un gran jurado aceptara presentar cargos.
Halligan, sin embargo, ha llevado el caso a un gran jurado en Alexandria, en el noreste de Virginia, que ha imputado a Comey de los dos cargos.
Las supuestas sospechas contra el antiguo director del FBI nacen de una pregunta del senador Ted Cruz en aquella comparecencia de Comey ante un comité de la Cámara alta, acerca de si había filtrado información sobre las investigaciones de la supuesta conexión rusa. El entonces alto cargo subrayó que “nunca” había sido una fuente anónima sobre informaciones acerca de la pesquisa en torno al presidente.
“Entonces, ¿su testimonio es que no autorizó nunca a nadie a filtrar información?”, preguntó Cruz, que hizo notar que el exdirector adjunto del FBI, Andrew McCabe, había respondido de manera diferente. “No voy a calificar el testimonio de Andy, pero el mío es el mismo ahora (que antes)”, replicó Comey.
Desde su cese al frente del FBI, Comey se convirtió en un destacado crítico del presidente, al que ha calificado de “moralmente inadecuado” para ocupar el cargo.
El despido de Comey llevó al nombramiento de uno de sus predecesores en la agencia, Robert Mueller, como investigador especial para que se hiciera cargo de la pesquisa rusa. Esa investigación descubrió la existencia de numerosos contactos entre la campaña de Trump y funcionarios rusos, pero concluyó que no había pruebas suficientes para determinar que había habido algún tipo de conspiración ilegal.
Trump declaró entonces, e insiste ahora, que aquella pesquisa fue una “caza de brujas”, y ha tratado de socavar las conclusiones de las investigaciones del FBI y los servicios de inteligencia estadounidenses sobre los intentos rusos de interferir en la campaña presidencial estadounidense de 2016, en la que Trump derrotó a la demócrata Hillary Clinton.