La Cartuja, cinco meses de locura para un final feliz

“No paraba de llover y a mí se me iba la vida”, afirma Isa Sánchez, secretaria general de Deportes de la Junta de Andalucía. “Pero ha merecido la pena. El estadio está espectacular”, señala la responsable del deporte andaluz sobre las reformas en La Cartuja. La Junta de Andalucía comenzó en noviembre unas obras decisivas para el futuro del estadio que fue sede del Mundial de Atletismo de 1999 y que tenía la vana esperanza de albergar unos Juegos Olímpicos en Sevilla. Se trataba de quitar las pistas de atletismo que siempre habían acompañado al estadio y en donde Michael Johnson batió el récord mundial de los 400 metros lisos. El objetivo: acercar las gradas y hacer de La Cartuja un campo de fútbol. Una obra que ha costado 15 millones de euros, de los que la Junta ha puesto 10, y que ha ampliado el aforo hasta los 72.000 espectadores (contaba 60.000). El recinto sevillano, una de las sedes propuestas para la Copa del Mundo de 2030, se ha convertido en el tercer estadio de España en capacidad después del Santiago Bernabéu y el nuevo Camp Nou.
A lo largo de la semana se han ido puliendo los últimos detalles para albergar este sábado la final de Copa. Se han numerado los nuevos asientos; se han ajustado los 300 focos de iluminación al haberse desplazado varios metros el terreno de juego con las nuevas gradas; se han creado nuevos vestuarios y una nueva sala multiusos y se ha implantado un césped a prueba de bombas. El terreno de juego estrenará un sistema muy moderno de drenaje exigido ya por la FIFA para el Mundial 2030. El estadio de La Cartuja será el primero en tenerlo. El césped se somete a dos siegas diarias y tiene una altura de 22 milímetros.

Este viernes se harán hasta tres siegas y se trabajará con el césped hasta la madrugada después de los entrenamientos oficiales de Madrid y Barcelona. Los responsables de los dos equipos han dado su visto bueno al terreno de juego, aunque hay matices. El Madrid lo quiere más alto para que el balón corra menos, mientras que el Barcelona ha pedido un césped más corto que beneficie el estilo de sus jugadores. Los dos equipos quieren controlarlo todo y será la Federación la que decida. El trabajo de los responsables del césped ha sido brutal, logrando un terreno de juego excelente, con la renovación de todo el engranaje bajo el mismo con un presupuesto bastante asumible para una administración pública.
Esta final de Copa tan especial, que generará un impacto directo de más de 60 millones de euros en la ciudad, pondrá a prueba, no obstante, uno de los grandes problemas del estadio de La Cartuja: los accesos. No hay más que acercarse al estadio para comprobar que se está trabajando mucho en adecentar la llegada al estadio desde la zona sur, especialmente, que es la que conecta con el centro de Sevilla. Hasta ayer mismo se observaban montañas de arena y obras en un acceso justo debajo de la autopista del Puente del Alamillo que conecta con la autovía de Extremadura.
El problema es endémico. Debajo de esa autopista solo hay dos entradas hacia el estadio desde la zona de la Universidad de Ingeniería de La Cartuja. El resto está todo vallado en el lado del Parque del Alamillo y no hay salida peatonal hacia el lado norte ni hacia el este (sí una estación de cercanías), acotados ambos por la Ronda Norte y el río Guadalquivir.

Se puede llegar a pie atravesando los Puentes del Alamillo y de la Barqueta o por dentro de La Cartuja desde Triana. Es una buena fórmula para acudir, aunque tradicionalmente se forman embudos en las dos citadas entradas al estadio por debajo de la autovía del Alamillo.
El Ayuntamiento de Sevilla ha llevado a cabo mejoras en el alumbrado público, ha reasfaltado algunos viarios peatonales y mejorará el transporte público. Pero es imposible hacer más en una ubicación tan complicada. Se teme cierto caos en la llegada y la salida de los aficionados. “Queremos reforzar y mejorar el acceso sur al estadio”, reconoce Isa Sánchez. La FIFA vigila atentamente este asunto en relación con el Mundial 2030.
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